jueves, 6 de enero de 2011

Rutas quijotescas: Del viaje a la Ermita de Santa Ana.

Tras más de dos meses sin tocar la moto para nada más que para hacerle unas caricias en el depósito, ayer aproveché la primera oportunidad que tuve, en todo este tiempo del que os hablo, para salir a dar una vuelta.

Sólo quedaban unos 20 minutos para la puesta de Sol y, como estaba nublado, había ya poca luz. Además empezaba a chispear, pero esto no me freno en mi deseo de "cabalgar" otra vez en mi DR. Temía que tras tanto tiempo parada no me respondiese la batería. "Ahi va!!, el deposito en reserva", y con 304 km ya recorridos desde que lo llené. "Esta puede ser una buena oportunidad para saber lo que dá de sí un depósito lleno", pensé. Así que me monté en mi máquina y la puse en marcha sin problemas (la batería respondió bien, claro).

"Una vueltecilla corta, cuatro derrapes, un par de charcos... y a casa", pensaba yo. Pero no fue así. Cogí el camino que va a la laguna del Retamar y me adentré por él. Dejé atras la laguna y a sus acuáticas y me aventuré por parajes desconocidos.




Estaba oscureciendo cuando divisé a lo lejos la Ermita de Sta Ana, encumbrando el pedregoso cerro. "A toda máquinaaa!!!", y avancé locamente sin ningún temor, ni a la oscuridad de la noche, ni al momento en el que dejase de latir el corazón de mi vieja cabalgadura. Me cruzaba en el camino con las gentes del campo que ya regresaban al pueblo tras la dura jornada de trabajo. Mientras, yo me alejaba cada vez más. Me encontraba inmerso en una especie de "éxtasis", un estado de embriaguez que me impedía reparar en el caracter temerario que había adquirido lo que iba a ser un corto y tranquilo paseo.


Desde las alturas del cerro (715 m de altitud), las vistas eran magníficas. Bien podía haber sucedido que, años atras, D. Quijote hubiese visitado este lugar, en un momento similar a éste, en una de sus múltiples aventuras.
Tras una breve inspección de las ruinas, retomé la marcha. Valoré por un instante la posibilidad de volver sobre mis pasos, pero decidí seguir adelante. Ahora ya no llovía. Busqué el camino hacía la carretera para volver por ella. La situación se estaba volviendo crítica. En cualquier momento se podía parar el motor, pero ya era tarde para volver.
Encontré una pista de las llamadas "Rutas del Quijote", y ésta me guiaba hacia la vecina población de El Toboso. Enseguida llegué al pueblo de la bella Dulcinea, pues me desplazaba a una velocidad de vértigo, digna un piloto de raids. Si mi escudero Sancho me hubiese acompañado seguramente se habría quedado ya muy atrás, perdido. Puede que acabase siendo devorado por bestias despiadadas. "Pobre Sancho", me dije, y abrí otro poco el gas.



Por fin estaba en la carretera, una sensación extraña recorría mis entrañas (podía tratarse de cagueta). Comenzó a llover de nuevo cuando empezaba a ser consciente del error que había cometido al llegar tan lejos en esas circunstancias. Pasé junto a una gasolinera y... no se porqué, pero no me detuve!!! "Creo que tengo combustible suficiente para regresar", y andé un par de kilometros cuando en plena noche cerrada sucedió... irremediablemente el motor se paró. Rápidamente accioné el embrague y seguí avanzando gracias a la inercia hasta que me aparté en el primer camino que encontré. La lluvía arreciaba, la noche me había alcanzado y mi escudero ya no estaba... nada podía ir peor!!!



Suerte que en la mochila llevaba 1,5 litros de gasolina!!! Loco sí, pero no tonto, tenía la situación bajo control, "jajajajajajajaja". El eco de la carcajada retumbó durante unos instantes entre las lomas del lugar. Como dice el refrán, "hombre precavido vale por dos".
Mi "Rocinante DR 650 RSE" se bebió dos botellas de vino de un trago cada una, y volvía a estar listo para el viaje, ahora ya sí, rumbo a casa.
Comprobé que con el depósito completo pude rodar 323,21 kms, según indicaba mi cuentakilómetros auxiliar ya que el otro está roto. Una vez echa la comprobación me puse en marcha hacia casita. Eso sí, pasando antes por la gasolinera para llenar el depósito.

Nota técnica: Reposté 17,45 l, más aprox. 1 litro que le podía quedar de lo que le eché antes. O sea 18,45 l para 323 km hacen un consumo medio de 5,7 litros a los 100 km. Según el manual cogen 20 litros, así que hay algo que no me cuadra, pero bueno.



En resumen, fue una hora y media muy divertida y al fín me quité de encima ese "mono" de moto que termina volviéndose enfermizo cuando se prolonga demasiado.
Saludos a todos los moteros que saben disfrutar de sus máquinas.
.
.
Fdo: El Flaco de La Mancha.

1 comentario:

  1. Efectivamente le das un aire al quijote, pero en lo que mas coincides es en la chalaura ,un gran articulo ,me he reido un rato.
    pedro.

    ResponderEliminar

Datos personales

Mi foto
Suzuki DR 650 RSE "El Hierro"